Literatura

miércoles, 7 de agosto de 2013

Vincent (cortometraje) Tim Burton




Primer cortometraje dirigido por Tim Burton y utiliza la técnica de animación stop-motion (cuadro por cuadro) con muñecos de ojos grandes y lúgubres figuras de arcilla, con un excelente guion y música, muestra el lado que siempre le gustó a Tim Burton, la oscuridad, desesperación, miedo y figuras transroscadas.

Cuenta con la fotografía de Victor Abdalov y la música es de Ken Hinton.

Muestra el mundo de Vincent y cómo su obsesión transporta al espectador hacia una trama entre imaginación y realidad.
Vincent es tranquilo y obediente, y en sus fantasías sueña con ser su idolatrado Vincent Price, uno de los intérpretes de terror más admirados y respetados de la historia del séptimo arte.


Vincent está basado en un poema que Burton escribió al estilo de los cuentos del Dr Seuss ("How the Grinch stole Christmas", entre otros) mientras trabajaba para la compañía Disney. Burton no estaba a gusto en Disney durante esta época porque allí no le permitían desarrollar sus ídeas, pero consiguió unir al animador Rick Heinrichs, al animador de muñecos Steven Chiodo y al cámara Victor Abdalov durante dos meses para darle forma a la poesía.
El personaje del niño está basado en el propio Burton, quien desde pequeño admiraba a Vincent Price. El niño es descrito por la voz del narrador, que es el auténtico Vincent Price, utilizando rimas que rinden claro homenaje a Edgar Allan Poe.

En el corto se pueden apreciar ideas que posteriormente podrán ser vistas en más trabajos de Burton. Por ejemplo los experimentos con animales (Frankenweenie y Mars Attacks!), el personaje solo e incomprendido (muy presente en casi todas sus películas y que aquí es más que en ninguna otra el propio Burton) y la estética general (La novia cadáver y Pesadilla antes de Navidad).

Vincent Price recitó la poesía para el corto y más tarde mantuvo una amistad con el director Burton que se materializó en una colaboración paraEduardo Manostijeras (y un documental inacabado filmado por Burton titulado Conversations with Vincent. Price murió en 1993). La última película de Vincent Price fue Eduardo Manostijeras, de Burton



Vincent Price


El cortometraje fue proyectado durante dos semanas en un cine de Los Ángeles junto con la película Tex y consiguió ganar varios premios. El cortometraje acabó en los archivos de la Disney dado que no sabían que hacer con él. Se trataba de un corto de 6 minutos en blanco y negro que no tenía más mercado que el formato de los festivales de animación. Más tarde se recuperó para proyectarlo con "Pesadilla antes de Navidad" e incorporarlo en el DVD de la misma.



sábado, 6 de julio de 2013

Jack Unterweger: "El Estrangulador de Viena"





"Cuando se educa a un psicópata, lo único que se consigue es un psicópata educado".
Gregg McCrary


Johann “Jack” Unterweger nació en Austria el 16 de agosto de 1952. Su madre, Teresa, fue una conocida prostituta. Unterweger fue dejado al cuidado de su abuelo alcohólico desde muy pequeño; vivió siete años con él. Unterweger nunca supo quién era su padre, aunque se rumoraba que fue un soldado estadounidense. A los dieciséis años fue detenido por primera vez, por agredir a una prostituta, un delito muy raro en Austria. Después robaba automóviles. Siempre se mostró fascinado por las prostitutas y disfrutaba relacionarse sexualmente con ellas, para después maltratarlas o inclusive asaltarlas, despojándolas del dinero que habían cobrado. Casi siempre utilizaba un tubo de acero para golpearlas.




En 1974 cruzó la línea. Bárbara Scholz, una prostituta, ayudó a Unterwegger a robar la casa de Margaret Schaeffer, una estudiante alemana de dieciocho años. Después la llevaron en un automóvil hasta el bosque cercano. Utilizando la correa de su abrigo, Jack le ató las manos a la espalda, la golpeó, la desnudó y le exigió que le practicara sexo oral. La chica se negó, por lo que Jack la golpeó en la cabeza con un tubo de acero. Luego utilizó el sostén para estrangularla, dejando su cuerpo desnudo boca arriba en el bosque, cubierto de hojas.

Hubo una segunda mujer asesinada: Horveth Marcia, una prostituta, quien fue estrangulada con sus medias y una corbata. El asesino le cubrió la boca con cinta adhesiva y arrojó su cuerpo al Lago Salzachsee, cerca de Salzburgo. Pero Unterweger no fue investigado por este asesinato y no se le relacionó hasta muchos años después.

Bárbara Scholz denunció el primer crimen a la policía. Cuando la policía interrogó a Unterweger, éste se derrumbó y confesó. En el Tribunal, se defendió con el argumento de que cuando había golpeado a Margaret Schaeffer, había imaginado a su madre delante de él. Su enojo era tal que no pudo contenerse. El psicólogo forense que lo examinó, el Dr. Klaus Jarosch, lo declaró un psicópata y sádico sexual, con tendencias narcisistas e histrionismo. "Tiende a repentinos ataques de rabia y la ira", escribió Jarosch. "Sus actividades físicas son enormemente agresivas. Es un criminal incurable”.

En 1976, Unterweger fue juzgado por el asesinato de Margaret Schaeffer y sentenciado a cadena perpetua. Fue entonces cuando las cosas tomaron un giro inusual. Cuando entró en prisión, era prácticamente analfabeta; adentro estudió, y aprendió a leer y escribir. El investigador Nigel Blundell señala que "en cada oportunidad que tuvo, estudió minuciosamente todos los libros a su alcance. Leyó a los grandes escritores. Editó un periódico en la prisión y también una revista literaria". Tras años de lecturas, comenzó su carrera como escritor: realizó poemas, cuentos y obras de teatro. Luego, en 1984, escribió su autobiografía: Fegefeuer: eine Reise ins Zuchthaus (Purgatorio). En ella narraba su atormentada niñez, su adolescencia y sus crímenes. El libro fue publicado en Austria y de inmediato se convirtió en un best-seller, obteniendo inclusive un importante premio literario. Según la opinión de muchos, Unterweger tenía un talento deslumbrante para la Literatura.



Unterweger, pese a sus deficiencias emocionales, era un joven encantador. La gente respondía a él, incluyendo a los policías. En su libro, daba la impresión de que él mismo era una víctima. Los críticos y los reformistas abrazaron su honestidad y el modo en el que había enfrentado su pasado. Los intelectuales austríacos lo saludaron como un ejemplo de cómo el arte puede redimir a un criminal.




Los periodistas estaban en contacto constante con él para pedirle entrevistas y no pasó mucho tiempo antes de que se iniciara un fuerte movimiento que reclamaba su liberación. Parecía claro, por sus ideas y su capacidad literaria e intelectual, que se había reformado. La mujer que en 2004 sería Premio Nobel de Literatura, Elfriede Jelinek, fue uno de los principales apoyos para que Unterweger fuera liberado. Según declaró, podría contribuir a la mejora de la sociedad. Jelinek estaba fascinada por el asesino y su trayectoria como activista feminista fue puesta al servicio de la absolución del criminal.

El 23 de mayo de 1990, a causa de la presión de los círculos intelectuales, de algunos políticos de izquierda y de varios periodistas austriacos, Jack Unterweger fue liberado. Había pasado quince años en la cárcel y salía convertido en una celebridad. "La vida es ahora", declaró ante la prensa. "Vamos a seguir adelante. Es hora de lo nuevo".

Se acostumbró a aparecer en los programas televisivos, conceder entrevistas y opinar sobre diversos tópicos. Sobre todo, disfrutaba al participar en programas de debate acerca del tema de la seguridad pública, la rehabilitación carcelaria y la posibilidad de que los criminales se reformaran. Enfundado en un traje blanco y luciendo una flor roja en la solapa, discutía con funcionarios, criminólogos, periodistas e intelectuales en programas televisivos. Daba su opinión y la gente lo escuchaba; la opinión pública lo consideraba la voz más autorizada para hablar sobre la reinserción de un delincuente en la sociedad. Se transformó en un símbolo de que el sistema sí funcionaba.




En su nueva vida, se convirtió en el favorito de los intelectuales vieneses. Recibía docenas de invitaciones para comentar libros, cortar listones, participar en coloquios y mesas redondas, dictar conferencias y escribir columnas en afamadas revistas. Sus memorias fueron filmadas. Un grupo de teatro ambulante presentaba sus obras, invitándolo a los estrenos, mientras el público asistente lo ovacionaba de pie. Se volvió una figura suave y elegante, con trajes blancos, camisas de seda y cadenas de oro, conduciendo automóviles deportivos con una matrícula personalizada que decía "JACK 1".

Era guapo y sociable, un escritor con influencia y un oscuro pasado que utilizaba para seducir a las mujeres, sobre todo a hermosas jovencitas, a quienes conocía en los bares, mientras bebía champagne o bailaba en las discotecas. Un reportero escribió en un periódico vienés, a propósito de una de las amantes de Unterweger, una hermosa joven perteneciente a una prominente familia austríaca:"Su ropa interior cayó al suelo en cuanto Jack entró. Todas las chicas en Austria estaban locas por él".

Pero había una historia oscura que la gente desconocía. Una fría mañana, el 15 de septiembre de 1990, cuatro meses después de la liberación de Unterweger, el cuerpo de una mujer fue encontrado en la orilla del río Moldava (o río Vitara), en Praga (Checoslovaquia). Estaba boca arriba, desnuda, con un par de medias de color gris alrededor del cuello. La habían colocado en una posición sexualmente provocativa, con las piernas abiertas, cubierta con hojas, hierba y ramas. En un dedo lucía un anillo de oro. Las autoridades examinaron el cuerpo; determinaron que había sido golpeada, apuñalada y estrangulada. Había muerto recientemente, apenas horas antes. Una búsqueda minuciosa arrojó como resultado que encontraran su ropa y una bolsa con una identificación. El nombre de la víctima era Blanka Bockova. Trabajaba en una carnicería en Praga.

Cinco semanas después, en Graz (Austria), una prostituta llamada Brunhilde Masser desapareció. Fue vista por última vez el 26 de octubre de 1990. El 5 de diciembre, otra prostituta, Heidemarie Hammerer, desapareció de Bregenz, una ciudad turística en la frontera de Suiza y Alemania. En la víspera de Año Nuevo, unos excursionistas hallaron su cadáver en el bosque. Estaba de espaldas, con el vientre cubierto de hojas secas. Todavía llevaba sus joyas, por lo que el robo no parecía ser el motivo. Sus piernas estaban desnudas y un trozo de tela había sido cortada de su falda. Fue encontrado en su boca, utilizado como una mordaza. El clima frío había ayudado a conservar los restos, por lo que el patólogo determinó que Hammerer había sido estrangulada con un par de pantimedias, presumiblemente las suyas. Había marcas en las muñecas, lo que indicaba que había sido sujeta con esposas o ligaduras apretadas. Tenía hematomas en otras áreas de su cuerpo, lo que mostraba que había sido golpeada. No había rastros de semen.

Cinco días después del hallazgo del cadáver de Hammerer, otro cuerpo fue descubierto en Bregenz. También lo encontraron unos excursionistas, al norte de un bosque aislado de Graz. Era una mujer, hallada completamente desnuda, acostada sobre su lado derecho, cubierta de hojas. El patólogo determinó que había sido apuñalada y estrangulada con sus medias, pero el avanzado estado de putrefacción hizo difícil el estudio de las heridas. Sus nalgas habían sido parcialmente comidas por animales y su ropa, bolso, y otros bienes personales habían desaparecido. Sin embargo, todavía tenía sus joyas. La policía pronto se dio cuenta de que esta víctima era Brunhilde Masser, una joven prostituta.




Luego, una ola de crímenes azotó Viena. Silvia Zagler, Sabine Moitzi, Regina Prem y Karin Eroglu desaparecieron sin dejar rastro. Todas eran prostitutas. Un equipo de investigadores de las distintas jurisdicciones pertinentes, llegó a la conclusión de que se trataba de casos aislados y que no tenía un asesino en serie en sus manos. Pero Austria no tenía un sistema para vincular los crímenes y hacer un análisis sofisticado. La conclusión oficial se basó sobre todo en el temor ante una situación inédita en Austria, haciendo hincapié en las diferencias entre los delitos y las escenas del crimen, en lugar de sopesar las similitudes.

El 20 de mayo, el cuerpo de Sabine Moitizi fue descubierto, y tres días después, alguien encontró los restos de Karin Eroglu. Ambos habían sido abandonadas en zonas boscosas fuera de Viena, las dos acostadas de lado, estranguladas con una prenda de su propia ropa. Eroglu estaba completamente desnuda, excepto por sus joyas, y Moitizi sólo llevaba una camiseta. El dinero de Moitizi había desaparecido, pero su ropa y su bolso fueron encontrados a pocos metros del cuerpo. Eroglu había sido sometida a una golpiza. Su bolso y su ropa estaban desaparecidos, a excepción de los zapatos que se encontraron cerca, y de una media, metida en su boca.

A pesar de lo que la policía había dicho, la prensa decidió que se trataba de un asesino en serie, y un periódico austriaco que apareció el 25 de mayo lo bautizó como “El Estrangulador de Viena”. Pero los investigadores en esa ciudad aún se resistían a la idea de que sus casos de asesinato estaban vinculados a los de otras ciudades de Austria. En medio de las más diversas especulaciones, los medios buscaron la opinión de alguien calificado. Fue así como Jack Unterweger, que para entonces colaboraba en El Correo, un importante periódico austríaco, comenzó una amplia cobertura de los asesinatos.

Todo el mundo quería escuchar lo que tenía que decir sobre el asunto. Así que se dedicó a entrevistar a los agentes que estaban a cargo de la investigación. Criminalistas, políticos y policías fueron entrevistados por Unterweger; uno de ellos respondió a una pregunta que conmovió a los lectores: “¿Considera usted que las prostitutas de Austria tienen miedo?” “Creo que están aterradas”, respondió el investigador. Unterweger no dudó en alertar a la sociedad: en Austria actuaba un asesino en serie.

Uno de los casos más escalofriantes fue el de Regina Prem, prostituta y madre de familia, desaparecida una noche. Su esposo, cuyo número telefónico era privado, recibió varias llamadas telefónicas de un hombre que aseguraba ser su asesino. Describió con exactitud lo que ella llevaba la noche en que desapareció. “Yo fui su verdugo”, afirmaba. “Y Dios me ordenó hacerlo. La tiré en un lugar de sacrificio, con la cara vuelta hacia el infierno. Le he dado a muchas de ellas el castigo que merecían".

Pero entonces alguien más se unió al caso, alguien que aportó una hipótesis sorprendente. Un ex investigador de 70 años de edad, August Schenner, quien se había retirado del Departamento de Investigación Criminal de Salzburgo cinco años atrás, seguía con atención las novedades del caso. Leía con interés la cobertura periodística de los crímenes de Viena, Graz y Bregenz, y algo en el modus operandi del asesino le recordó un antiguo caso: el de un asesino que una vez persiguió y que se había convertido en una celebridad al salir de la prisión, el mismo que ahora escribía extensos reportajes al respecto. Llamó a la policía y les dijo que sospechaba que el autor de los asesinatos no era otro que el famoso Jack Unterweger. 

Los investigadores primero se mostraron escépticos. Era demasiado truculento suponer que el mismo hombre que escribía con ardor sobre los crímenes y presionaba a las autoridades para que detuvieran al homicida, fuera el verdadero autor de los homicidios. Pero las razones aducidas por Schenner les hicieron dudar. Montaron una discreta vigilancia sobre Unterweger. Para su alivio, no hizo nada sospechoso. Seguía con sus actividades, se reunía con otros escritores, organizaba cenas, asistía a exposiciones y salía a cenar con alguna de sus amantes.

Cuando las cuatro mujeres habían sido secuestradas y asesinadas en Viena, Unterweger también estaba allí. Aunque todo era circunstancial y nada de esto se sostendría en el Tribunal, eran suficientes indicios para justificar una entrevista con Unterweger. Se reflexionó cómo este movimiento podría afectar la investigación, pero decidieron llevarlo a cabo

Mientras tanto, en Los Ángeles, Unterweger proseguía con su investigación. Se había presentado como periodista europeo ante la policía y el FBI, y los organismos le dieron todo el apoyo que necesitaba. Incluso le asignaron una escolta policial a las partes más sórdidas de la ciudad, ya que él necesitaba saber dónde encontrar a las prostitutas para entrevistarlas y relacionarse con ellas.

Los agentes lo llevaron a los sitios donde podía hallarlas. Coincidentemente, una serie de homicidios comenzó en la ciudad estadounidense. Tres mujeres fueron asesinadas. Todas las víctimas eran prostitutas, todas fueron abandonadas a la intemperie, todas fueron estranguladas con sus sostenes. Los detectives Jim Harper y Fred Miller investigaron el caso. Las mujeres eran Sherri Ann Long, Shannon Exley e Irene Rodríguez.

Cuando Unterweger regresó a Europa, publicó varios artículos sobre la prostitución y describió sus experiencias en Estados Unidos. "La vida real en Los Ángeles está dominada por una dura lucha por la supervivencia, por los sueños rotos de miles de personas que llegan a la ciudad y un número igual que se van, a veces muertas".

El 22 de octubre de 1991, funcionarios de la Oficina de Investigación Criminal en Viena interrogaron a Unterweger sobre los asesinatos de Austria. Los investigadores esperaban presionarlo para forzarlo a confesar, pero Unterweger solamente admitió “acostarse con putas”, negando después saber nada de las víctimas. Estaba familiarizado con los crímenes porque era periodista.

Unterweger ya sabía que era un sospechoso y pidió apoyo de sus amigos en los medios de comunicación. Escribió más artículos acerca de la mala conducción de la investigación, para castigar a la policía. Muchos de sus compañeros en la prensa lo apoyaron e hicieron suya la causa de que estaba siendo perseguido.

El inspector Geiger rastreó el BMW que Unterweger había comprado a su salida de la cárcel. Lo había vendido, adquiriendo después un Volkswagen Passat. El nuevo propietario del BMW permitió a la policía revisar el vehículo. Encontraron un cabello, que enviaron al laboratorio para su análisis. También contactó a la policía de Los Ángeles, quienes le informaron sobre los tres casos sin resolver de prostitutas asesinadas. Al comparar los sitios donde cada víctima había sido vista con vida por última vez, se dio cuenta de que estaban cerca del hotel en el que se había quedado Unterweger. Así se lo informó a los agentes estadounidenses. Por primera vez, la policía de Los Ángeles tenía un sospechoso viable y Geiger recibió su apoyo.
Los amigos de Unterweger le avisaron que la policía lo estaba buscando para detenerlo. Todos los periódicos del país anunciaban su inminente detención, escandalizados por el acoso al que la policía sometía a un ciudadano reformado. Los intelectuales protestaron y muchos políticos mostraron su desacuerdo con el rumbo que las pesquisas habían tomado. Consideraban que la policía estaba fabricando un culpable.

Unterweger evitó Austria por completo. En su lugar, se fue con su novia a Estados Unidos, sin saber que la policía de Los Ángeles lo consideraba el principal sospechoso en los casos sin resolver. Además, había cometido otro delito en su primer viaje: mintió a las autoridades migratorias, al ocultar que una vez había sido declarado culpable de asesinato en su país natal. En el vuelo, hizo varias llamadas a diversos periódicos austriacos, insistiendo en que era inocente y la policía lo estaba acosando. Pidió respaldo a sus amigos y ellos accedieron a dárselo. La presión mediática hacia la policía continuó, pese a las pruebas forenses que se presentaban.

Asombrosamente, Unterweger y su novia lograron entrar a Estados Unidos sin problemas; aún no habían girado la orden de aprehensión e ingresó sin problemas. Las autoridades austríacas se enteraron que la madre de Bianca Mrak le enviaba dinero a través de transferencias bancarias. Presionada, tuvo que aceptar ponerse en contacto con la policía cuando la contactara la pareja fugitiva. Pero Unterweger ofreció un trato: prometió volver y responder a las preguntas, si las órdenes de detención en su contra eran retiradas. Mientras, él y su novia se instalaron en Miami. Unterweger escribió una carta en su defensa a los funcionarios de Austria. Quería que los periódicos la publicaran para presionar con más fuerza, a través de la opinión pública.

Hizo varias llamadas para conseguir la publicación de la carta. Una revista, Erfolg, le ofreció pagarle por la historia exclusiva de su huida. Estuvo de acuerdo. Un entrevistador le preguntó si estaba forzando a Bianca Mrak a ir con él, por lo que la dejó hablar por sí misma. Ella tomó el teléfono y declaró que viajaba con Unterweger porque quería y que estaban teniendo un tiempo maravilloso. Dijo que lo amaba y que todo lo que se afirmaba sobre él eran falsedades.

Bianca Mrak cometió un error: le envió un telegrama a su madre para pedirle algo de dinero, proporcionando una dirección en Miami. La mujer informó a la policía. Se transmitió esta información a Interpol, que alertó a los policías estadounidenses. Mantuvieron vigilancia en la oficina de Western Union, portando una fotografía de Unterweger y la orden de aprehensión, recién obtenida, por dos cargos: mentir en la aduana y ser sospechoso de los asesinatos en Austria. Finalmente, Jack Unterweger y Bianca Mrak aparecieron. No lo reconocieron al verlo, pero entonces notaron los tatuajes que se había realizado en la prisión. Eso lo delató. Bianca Mrak entró en la oficina para cobrar el dinero mientras Unterweger esperaba afuera. Al salir, los alguaciles se le acercaron a ella. Pero Unterweger, siempre alerta, echó a correr. Ella hizo lo mismo.

Un agente fue tras Bianca Mrak, mientras que los otros siguieron a Unterweger. Se metió en un restaurante y salió por la parte trasera. Pero los agentes fueron más rápidos. Lo acorralaron en un estacionamiento. Unterweger se rindió. Cuando se dio cuenta de que la primera acusación era simplemente que entró ilegalmente al país, se relajó. Bromeaba con los oficiales asegurándoles que los incluiría en su próximo libro. No tenía ni idea de lo que le esperaba. Finalmente, uno de los agentes mencionó que la Interpol lo buscaba por los asesinatos en Austria. Unterweger se derrumbó y comenzó a llorar.


No estaba claro si sería extraditado a Austria o si lo trasladarían a California para juzgarlo. Él parecía preferir la primera opción, ya que en Estados Unidos corría el riesgo de ser sentenciado a muerte y ejecutado en la cámara de gas. Además, todavía tenía a la opinión pública de Austria de su parte, y la evidencia física real de la policía austríaca era endeble. Los agentes estadounidenses decidieron dárselo a los europeos. Con un estado de ánimo positivo, el primer asesino en serie internacional fue extraditado el 28 de mayo de 1992.





Durante su detención, Unterweger concedió entrevistas libremente. Afirmó que estaba totalmente rehabilitado y declaró: "¿Sería tan estúpido y loco para que, durante la mejor etapa de mi vida, en la que escribo en varios medios, hago obras de teatro, actúo, hago giras y tengo muchas amigas maravillosas, iba a matar a alguien cada semana?" Inició un nuevo diario en la prisión y escribió cartas a la prensa, insistiendo en su inocencia. Podía probarlo, dijo, aunque no ofreció pruebas ni cortadas comprobables.

Un año después de su desaparición, se hallaron partes de un esqueleto, identificados como los restos de Regina Prem, la mujer cuyo esposo había recibido la segunda serie de llamadas telefónicas. El cadáver estaba en el bosque. Sin embargo, después de un período tan largo a la intemperie, la causa de la muerte no pudo ser determinada.

El juicio comenzó en junio de 1994 en Graz, Austria. Unterweger fue juzgado por los tres asesinatos de Los Ángeles, el de Praga y los siete casos de Austria. Pese a las acusaciones, no había disminuido el apoyo popular, y él seguía concediendo entrevistas, alardeando que sería absuelto de todos los cargos. El detective Jim Harper viajó desde Los Ángeles para plantear los casos y Harold Lynn, del Laboratorio de Criminalística, para testificar sobre los peculiares nudos hallados en las escenas del crimen. Gregg McCrary fue enviado por el FBI para testificar sobre los patrones de comportamiento único que vinculaban todos los crímenes, y cómo esos comportamientos se relacionaban con el primer asesinato cometido por Unterweger años atrás. Para los criminólogos que desfilaron por el Tribunal, la personalidad del acusado era la de un psicópata y matar era una oscura adicción.

Unterweger, vestido de manera elegante, se defendió a sí mismo en el juicio. Estaba seguro de que su encanto y buena apariencia influenciarían al Jurado."Estoy contando con su absolución porque yo no soy el culpable. Su decisión me afectará no sólo a mí, sino al verdadero asesino, quien ahora debe estar burlándose".

Pero las evidencias en su contra se acumulaban. La revisión de su casa en Miami reveló más cosas; la más importante, que escribía un diario en el cual consignó que pensaba asesinar a Bianca Mrak poco tiempo después y huir a otro país. Eso terminó de hundirlo. El juicio duró dos meses y medio, y la prensa cambió su opinión a medida que los hechos demostraban la responsabilidad del escritor. Las cosas salieron mal para Unterweger. Incluso Bianca Mrak se distanció de él. Finalmente, el Jurado se encerró para deliberar y pronunció su veredicto: Jack Unterweger fue declarado culpable de nueve cargos de asesinato: una víctima en Praga, tres en Los Ángeles y cinco en Austria. El tribunal lo sentenció, por segunda vez en su vida, a cadena perpetua. Arrogante y desafiante hasta el final, Unterweger decidió cumplir su promesa. La misma noche en que el Tribunal pronunció la sentencia, el criminal hizo un nudo idéntico a los hallados en las víctimas, utilizando para ello las cintas de sus zapatos. Esperó a que los guardias no lo estuvieran vigilando y se ahorcó. No iba a volver a prisión.

El caso conmovió otra vez a la opinión pública. Muchos tomaron el suicidio de Unterweger como la prueba de que el sistema judicial austríaco era fallido. Escritores y productores de cine se enamoraron del maléfico personaje que seducía a la sociedad y opinaba sobre asuntos delictivos mientras mataba sin remordimientos. Se reeditaron sus libros en grandes tirajes y se escribieron extensos estudios sobre su personalidad criminal. Bianca Mrak publicó un volumen sobre su relación amorosa con el multihomicida.

Falco, el cantante austríaco, rindió un homenaje al asesino. Se trata del tema “Jeanny”, que junto con “Rock me Amadeus”, “Viena Calling” y “Der Kommissar” fue uno de los éxitos de Falco que dieron la vuelta al mundo. Y mientras muchos la bailaban románticamente sin entender la letra, en los países de habla germana estallaba la polémica. Falco se había inspirado en Jack Unterweger para escribir la canción en que un hombre secuestra a una prostituta para matarla. En una parte de la letra, Falco canta: “Todos saben que estamos juntos desde hoy. Ahora puedo escucharlos. Vienen. Vienen a rescatarte. No te encontrarán. ¡Nadie te encontrará! ¡Tú estás conmigo!” Nada directo, salvo la voz lejana de un lector de noticias que alerta de la desaparición de la mujer. Pero bastó sólo eso para que algunas asociaciones feministas alegaran que era una apología de la violación, y algunas radiodifusoras de Alemania Occidental no la programaron “por razones éticas”. En Alemania del Este quedó prohibida tanto en la radio como en las discotecas. Todo esto contribuyó a la publicidad y el tema alcanzó el número uno, tanto en Austria como en Alemania, Holanda, Noruega, Suiza y Suecia.

Además, el actor y productor inglés John Malkovich presentó una obra de teatro basada en la historia de “El Estrangulador de Viena”, a quienes otros llamaban “Jack el Escribidor”. Sobre ese montaje, Malkovich afirmó: "Sí. Unterweger era un psicópata, pero hubo quien dijo que había que dejarlo libre porque tomó cursos de escritura. Aunque (para mí) nunca fue un buen escritor. Era una papa caliente entre la izquierda y la derecha. Imagina que alguien te dice que los árboles delante de tu casa están enfermos. La izquierda dice: ‘hay que alimentarlos, darles agua’. La derecha dice: ‘hay que arrancarlos para que no contagien a los demás’. Yo en cambio me pregunto por qué ha venido una persona a contarme que las plantas están enfermas".





miércoles, 15 de mayo de 2013

Prometeo, Franz Kafka



Prometeo (Prometheus) es un relato fantástico del escritor checo Franz Kafka, escrito alrededor de 1917, y publicado en la póstuma colección de cuentos fantásticos de 1931: La muralla china (Beim Bau der Chinesischen Mauer).


Prometeo

De Prometeo nos hablan cuatro leyendas.

Según la primera, lo amarraron al Cáucaso por haber dado a conocer a los hombres los secretos divinos, y los dioses enviaron numerosas águilas a devorar su hígado, en continua renovación.

De acuerdo con la segunda, Prometeo, deshecho por el dolor que le producían los picos desgarradores, se fue empotrando en la roca hasta llegar a fundirse con ella.

Conforme a la tercera, su traición paso al olvido con el correr de los siglos. Los dioses lo olvidaron, las águilas, lo olvidaron, el mismo se olvidó.

Con arreglo a la cuarta, todos se aburrieron de esa historia absurda. Se aburrieron los dioses, se aburrieron las águilas y la herida se cerró de tedio.

Solo permaneció el inexplicable peñasco.

La leyenda pretende descifrar lo indescifrable.

Como surgida de una verdad, tiene que remontarse a lo indescifrable.


miércoles, 1 de mayo de 2013

Dennis L. Rader: "El Estrangulador BTK"


Dennis L. Rader, el hombre que se convertiría en el “Asesino BTK”, nació el 9 de marzo de 1945. Fue jefe de grupo de los Boy Scouts. Dennis disfrutaba fantasear con escenas de tortura y muerte, aunque en su vida social era un chico tímido e introvertido. También sufría una discapacidad de aprendizaje que lo hizo un alumno mediocre y de lento aprendizaje. Descargaba sus frustraciones y obtenía placer torturando animales, como perros, gatos y roedores.


Dennis entró al ejército y llegó a ser Técnico de Aviación. Tras pedir una licencia, regresó a Wichita, se casó y empezó a trabajar en un supermercado, hasta que lo despidieron. A finales de 1973, frustrado y desempleado, inició lo que denominaría sus “proyectos”: asesinar a personas. En sus ratos libres, se dedicaba a circular por las calles con su coche para seleccionar a sus víctimas. Eran sus objetivos próximos, a los que "vigilaba y perseguía" durante un tiempo antes de eliminarlos. Le gustaba ver en el buzón cómo se llamaban sus "proyectos", averiguar dónde trabajaban, qué solían hacer, porque, como declaró:"cuanto más sabía de una persona, más confortable me encontraba con ella".


Dennis en el ejercito

Compraba ropa especial para cometer los crímenes, que después tiraba, y solía llevar una bolsa de boliche en la que guardaba su kit de asesinato con cuerdas, bolsas y esposas. 



El primer asesinato se produjo el 15 de enero de 1974. Su carrera criminal comenzó con el asesinato de cuatro miembros de la familia Otero. Según su declaración judicial, había seleccionado previamente su objetivo.



Había estado fantaseando sobre lo que le haría a Julie Otero o a su hija Josephine y, finalmente, a las 7:30 horas de la mañana, cortó la línea telefónica y entró en el domicilio familiar por la puerta trasera. Les apuntó con una pistola y "para tranquilizarles", dijo que era un fugitivo y que sólo pretendía comer y huir con su coche.


Ató de pies y manos a los cuatro miembros de la familia que se encontraban en el domicilio. "Empezaron a quejarse" y el asesino le puso una almohada en la cabeza al padre "para que estuviera lo más cómodo posible", porque tenía una costilla rota de un accidente, según BTK. Después le puso una bolsa de plástico en la cabeza, atada con cuerdas, para asfixiarle.


El joven Charlie Otero había vuelto a su casa del colegio y se había encontrado a su padre y a su madre muertos en su habitación. Los vecinos llamaron a la policía. Ésta descubrió al padre de Charlie, Joseph, atado con la cuerda de una persiana veneciana, tendido boca abajo en el dormitorio. La madre, Julie, estaba atada de manera similar, acostada en la cama.

Mientras los agentes seguían registrando la casa, encontraron al hermano de nueve años de Charlie, Joseph Otero II, muerto en su cuarto, atado de manera similar y con una bolsa de plástico en la cabeza. Posteriormente encontraron a Josephine Otero, de once años de edad, colgada del techo del sótano. Todas las víctimas habían sido estranguladas con cuerda usada en la fabricación de persianas venecianas. Parecía evidente que el asesino había llevado consigo la cuerda


BTK llamó a la línea telefónica que había abierto un periódico que entonces se llamaba Wichita Eagle-Beacon. Comunicó que obtendrían más información sobre el caso Otero si recuperaban una carta colocada en un libro de texto de ingeniería que estaba en los estantes de la Biblioteca Pública de Wichita. Así se hizo rápidamente.

La carta empezaba con las palabras EL CASO OTERO escritas en mayúsculas. El autor de la carta no sólo se proclamaba autor de los asesinatos sino que incluía una explicación confusa del móvil. Ésta sería la carta que dio al asesino el nombre de “BTK”, debido a sus explicaciones:

“Los tres individuos que tienen detenidos sólo hablan de los crímenes de los Otero para hacerse publicidad. No saben nada de nada. Lo hice yo solo y nadie me ayudó. Tampoco lo he contado... que quede claro."



“PD: Puesto que los criminales sexuales no cambian su modus operandi ni pueden hacerlo porque así es su naturaleza, yo no cambiaré el mío. Las palabras clave para mí serán... Átalos, Tortúralos, Mátalos, BTK; ustedes lo verán de nuevo. Estará en la siguiente víctima”. 



Su firma



 El párrafo original decía: "P.S. Since sex criminals do not change their M.O. or by nature cannot do so, I will not change mine. The code word for me will be… Bind them, torture them, kill them, B.T.K., you see he at it again. They will be on the next victim". 


Tres años más tarde, en marzo de 1977, BTK regresó. En esta ocasión, entró en casa de Shirley Vian. Ésta, según sus hijos, no se encontraba bien y el 17 de marzo dos de ellos se quedaron en casa en lugar de ir al colegio. Hacia mediodía, un hombre llamó a la puerta y se abrió paso a la fuerza. Esgrimiendo un arma, encerró a los niños en el cuarto de baño. Los niños consiguieron salir pero encontraron a su madre muerta, atada de pies y manos en la cama con una bolsa de plástico en la cabeza.

Al principio, hubo ciertas dudas sobre si BTK había cometido el asesinato de Vian. No había hecho daño a los niños y había robado de la casa dos giros postales. Sin embargo, todas las dudas se desvanecieron cuando el periódico Wichita Eagle-Beacon recibió por correo una pequeña ficha con un poema que empezaba diciendo: “RICITOS DE SHIRLEY, RICITOS DE SHIRLEY, MARCHÍTENSE PERO SEAN MÍOS”.
Más adelante, explicaba lo que había pasado con los niños:

“Tuvieron suerte, una llamada telefónica los salvó. Iba a atarlos y a ponerles bolsas de plástico en la cabeza como hice con Joseph y Shirley, y después iba a colgar a la niña. ¡Oh, Dios mío, qué bonito alivio sexual habría sido…!”


El aviso del siguiente asesinato lo mandó el mismo BTK. El 9 de diciembre de 1977, llamó desde una cabina telefónica situada a seis manzanas de la comisaría de policía. Dijo al agente que tomaba nota de las llamadas una dirección y añadió:“Nancy Fox. Encontrarán un homicidio”.


Encontraron a Nancy Fox en su casa, muerta, parcialmente desnuda. La habían estrangulado con una media de nylon. La policía no relacionó el asesinato con BTK hasta que la cadena local Channel 10 recibió una carta suya: motivado por la indiferencia de los medios, envió la carta a la cadena de televisión local. En este comunicado decía que sus actos estaban motivados por un demonio unido al "Factor X" y se comparaba con Jack el Destripador, el Estrangulador de Hillside y el Hijo de Sam.


BTK concluía:

"¿A cuántos tengo que matar antes de ver mi nombre en el periódico o algo de atención a nivel nacional? Después de una cosa como la de Fox, vuelvo a casa y sigo mi vida como los demás. Y así haré hasta que vuelva a entrarme el gusanito. Siento que esto le pase a la sociedad. Ellos son los que más sufren. Me cuesta controlarme. Cuando este monstruo entra en mi cerebro, no sé. Quizás ustedes puedan pararle. Yo no puedo. Él ya ha escogido a su próxima víctima". 





En diciembre de 1987, Mary Fager encontró a su marido muerto de dos disparos y a sus dos hijas estranguladas en la bañera de su casa. Los medios de comunicación sugirieron que BTK podía ser el responsable de estos asesinatos, y el asesino en serie envió una carta a Mary en la que le decía que se alegraba de las muertes, pero que él no lo había hecho.



En cuanto a BTK, volvió a desaparecer, o en eso confiaban los ciudadanos de Wichita. Tras un largo intervalo, reapareció. En marzo de 2004, el periódico The Wichita Eagle recibió un sobre con el nombre de “Bill Thomas Killman” como remitente. Contenía una carta de una sola página junto con fotocopias del carné de conducir y de tres fotografías de un cadáver.



El carné pertenecía a una mujer llamada Vicky Wegerle. El 16 de septiembre de 1986, el marido de Wegerle llegó a casa a comer y encontró su cadáver. Tenía las manos y los pies atados y la habían estrangulado. Las tres fotografías fotocopiadas mostraban el cadáver de la víctima en distintas posturas para cada foto. Dieciocho años después, BTK reivindicaba el asesinato.



Según el perfil elaborado por Robert K. Ressler, “El Cazador de Monstruos”, para el FBI, BTK era un estudiante universitario o profesor de Derecho en Kansas y un lector ávido de libros y noticias sobre asesinos en serie. Y en marzo de 2004, el investigador Maurice Godwin desarrolló un perfil geográfico de BTK. Después lo entrevistaron varias emisoras de televisión de la zona de Wichita.



Treinta años después de sus cartas, por fin se cumplió su deseo de publicidad. Desde marzo de 2004 todas las agencias de noticias de Estados Unidos hablaron de él. Fue el tema de conversación y especulación en incontables foros de Internet. Si se introducía en Google «BTK Killer» se obtenían más de 5,000 resultados. El 29 de mayo recibió uno de los mayores honores que cualquier criminal entusiasta de la publicidad puede esperar: su perfil apareció en el programa de televisión Americas Most Wanted.



El 25 de febrero de 2005 la policía detuvo a Dennis L. Rader, de sesenta años de edad. Rader trabajó durante años en ADT Alarm, empresa situada en N. Washington Street, Wichita. La policía detuvo a Rader treinta y un años después de su primer asesinato.




Hasta entonces los investigadores creían que Nancy Fox, asesinada en diciembre de 1977, había sido la última víctima de BTK y pensaban que el asesino había dejado de matar por alguna circunstancia. Poco antes de que se revelara su identidad le habían dado un cargo directivo en la congregación luterana a la que pertenecía. Estaba casado, tenía dos hijos y era funcionario. Con los años, Dennis había perdido confianza en su fuerza física. Dejó de matar por temor a ya no poder dominar físicamente a sus víctimas. Sin embargo, necesitado de la emoción del crimen, comenzó a vigilar a una mesera del restaurante donde desayunaba. Las autoridades suponían que BTK estaba muerto; y un investigador llamado Robert Beattie empezó a escribir un libro sobre el criminal. BTK no quería que nadie más escribiese su historia, así que cometió un error fatal: dejó varias cajas de cereales con “recuerdos” de sus víctimas, una de ellas en la tienda de herramientas Home Depot, donde una cámara de vigilancia grabó su camioneta. Después envió a la policía un diskette con archivos de texto. Ellos revisaron la unidad de almacenamiento y detectaron que había sido grabado en un equipo de cómputo perteneciente a la Iglesia Luterana de Cristo de Wichita, de la que BTK era presidente del Consejo Parroquial. Allí obtuvieron su nombre y después le hicieron pruebas de ADN. Dio positivo. 



Detective Sam Houston muestra una mascara usada en los crimenes


Después de que el asesino BTK Dennis Rader fue arrestado el 25 de febrero de 2005, la policía descubrió los escondites de los escritos, fotografías, obras de arte y otros artículos variados que había mantenido en los últimos años relacionados con sus crímenes. Él tenía un fetiche bondage disfrutaba usando la ropa interior de sus  víctimas femeninas muertas. Le gustaba atarse a sí mismo en todo tipo de formas. El uso de diversos mecanismos que era capaz de fotografiar con una cámara Polaroid. Durante sus años como líder de Boy Scouts de tropas, casi se quedó atrapado una vez cuando no pudo escapar de sus propios nudos tras amarrarse a sí mismo dentro de una camioneta durante una excursión scout. Con mucho esfuerzo se suelta













Fue condenado en septiembre de 2005 a diez cadenas perpetuas consecutivas, sin posibilidad de libertad condicional durante más de cuarenta años (aunque hay pena de muerte en Kansas, no se puede aplicar a crímenes cometidos antes de 1994, la fecha de su entrada en vigor). Recurrió la sentencia, pero le fue negada. Estará en prisión hasta que muera.







Basado en su caso, Thomas Harris creó a Francis Dolarhyde, el asesino de familias que protagoniza la novela El Dragón Rojo, de la cual después se hizo una película.



jueves, 25 de abril de 2013

Harold Shipman, El Doctor Muerte




“Yo puedo curar o puedo matar. Soy un médico y en mis manos está el poder de la vida y la muerte. No soy un instrumento de Dios; cuando estoy con un paciente, yo soy Dios. Soy un ser superior”  
(Harold Shipman)

Considerado el mayor asesino en serie de la historia del Reino Unido. Tenía una apariencia afable y era padre de cuatro hijos. Una investigación oficial determinó que sus víctimas pudieron ser hasta 215 personas.  El aspecto de Harold Shipman inspiraba confianza, pues era un médico de mediana edad, de pelo blanco, barba tupida, gafas de pasta oscura y mirada tranquila.


Shipman durante sus años de estudiante de Medicina 


En realidad, era un hombre frio y despiadado que empezó su carrera asesina matando a Eva Lyons antes incluso de ser condenado por el asunto de las recetas: en marzo de 1975. La asesinó en su consulta de Tordmoden. Posteriormente se trasladó a Hyde, donde eliminó a un buen número de pacientes en el centro médico hasta que abrió su propia consulta.

 Lo atraparon porque Angela Woodruff, hija de una de sus pacientes fallecidas, se dio cuenta de que el porcentaje de muertes entre los pacientes de Shipman era alarmantemente alto. Además, la mujer descubrió que Shipman había falsificado el testamento de su madre, Kathleen Grundy, de 81 años, ex alcaldesa de Hyde, con el fin de apropiarse de su fortuna, valorada en 600.000 euros. Conocía a la víctima desde hacía veinte años y habían trabajado juntos.

En marzo de 1998, una colaboradora del doctor, la doctora Lynda Reynolds, también empezó a sospechar de las numerosas muertes entre las pacientes femeninas del doctor. Todas eran mayores, vivían solas y habían muerto poco después de una visita a domicilio de Harold. Recurrió a un médico forense que informó a la policía pidiendo discreción. La autopsia de Grundy reveló que había muerto de una sobredosis de morfina. Cuando le interrogaron, Shipman esgrimió el historial médico de la paciente, donde aseguraba que podía estar consumiendo drogas. La policía logró demostrar que muchas de las anotaciones de ese historial habían sido realizadas el mismo día de la muerte de Grundy.
Shipman disimulaba las muertes de sus pacientes ancianas atribuyéndolas a causas naturales. Escribió en el historial médico de Grundy que era adicta a los tranquilizantes para cubrirse las espaldas, y que Maureen Ward, de 57 años, había muerto en febrero de 1998 de un tumor cerebral. El 80% de sus pacientes fallecieron sin que estuviera presente ningún familiar.



Mataba a sus pacientes con una inyección de una dosis mortal de morfina. Morían en 30 minutos y sin experimentar ningún dolor. Los psiquiatras que le trataron llegaron a la conclusión de que ese control sobre sus pacientes y sobre la vida y la muerte le excitaba.
También llegaron a la conclusión de que mataba a mujeres dinámicas que le recordaban a su madre, fallecida cuando él contaba con 17 años de edad, porque no podía soportar que ellas estuvieran vivas y su madre hubiera muerto.

En la web BBC News se publicó un reportaje titulado The secret world of Harold Shipman. Dentro de dicho reportaje se compilaron opiniones en torno a Harold Shipman, muchas veces expresadas bajo el anonimato ya que así lo quisieron, por motivos de profesión, los psiquiatras y expertos que se pronunciaron al respecto y, entre otras cosas, dijeron lo siguiente: 

“Él tiene un enorme mecanismo de defensa contra la incursión de la realidad”

“Probablemente ha encontrado una manera de disfrazarse a sí mismo lo que ha hecho”

“En su mente los asesinatos habrían estado fuera del marco moral normal, para que así no siéntese ningún remordimiento”

“Harold Shipman no tiene ninguna comprensión real de lo que ha hecho”

“La experiencia de matar era intensamente personal y privada para él, y él nunca va a renunciar a eso”

“El Dr. Shipman es un ejemplo bastante extremo de un fanático del control. Lo terrible es que mató a mucha gente, no por placer, sino para sentirse más normal”

“Hay una gran cantidad de ira reprimida en los asesinatos. Él tiene dificultad para lidiar con las emociones, y los asesinatos parecen haber sido una solución a algo que amenazaba su sentido de dominio sobre sí mismo”

El 31 de enero de 2000 fue condenado a 15 cadenas perpetuas por matar a otras tantas pacientes. En realidad, se sospechaba que podía haber matado a 260 personas, la mayoría de ellas mujeres. Se suicidó en 2004 sin haber revelado nada de sus motivos ni mostrar síntomas de arrepentimiento. Su esposa siempre defendió que era inocente.

La muerte de Shipman fue recibida con alegría por periodistas británicos que alentaron a otros asesinos a seguir el ejemplo de Shipman o incluso, en el caso del periódico The Sun, expresaron su júbilo con el burlón e ingenioso titular de “¡Ship, Ship, Hurra!”. Pero la alegría no apareció en todos los rostros en que se esperó que apareciese pues, con la muerte de Shipman, murió también la posibilidad de que éste explicase el porqué de sus asesinatos. Dijo al respecto David Blunkett: “Si usted despierta y recibe una llamada diciéndole que Shipman se ha suicidado, usted piensa ¿será demasiado temprano para abrir una botella? y entonces descubre que muchos están lamentados de este hecho”

Por último y para acentuar aún más el misterio de su muerte, una fuente de la prisión dijo que, la noche antes del suicidio, Shipman había hablado por teléfono con su esposa sin mostrar depresión alguna o planes de suicidio: “no exhibió ningún comportamiento típico de los momentos previos al suicidio”, dijo el portavoz.


miércoles, 10 de abril de 2013

Daniel Camargo, La Bestia de los Manglares



Entre diciembre de 1984 y febrero de 1986 una ola de terror sacudió Ecuador. Los cadáveres, desnudos y usualmente desmembrados a machetazos, aparecían en lugares solitarios, apartados y boscosos. Según las investigaciones, todas las víctimas eran chicas jóvenes, muchas de ellas vírgenes y algunas tenían tan sólo ocho o nueve años.
Nadie imaginó que detrás de semejantes atrocidades se escondía Daniel Camargo Barbosa, un hombre con apenas 1,65 de estatura cincuentón, flaco y de piel morena, psicópata, asesino misógino que obsesionado con la virginidad violaba y descuartizaba a sus víctimas para evitar que le delatasen, había conseguido violar y estrangular a 71 víctimas en el tiempo que estuvo en Ecuador y, según se presume, a unas 150 en la totalidad de su trayectoria criminal… Sus víctimas, por aparecer en su mayoría en las vías Perimetral y Nobol (dos lugares rodeados de manglares), le dieron a este asesino en serie el sobrenombre de “La Bestia de Los Manglares”.
Daniel Camargo Barbosa nació un 22 de enero de 1930 en algún lugar  de los Andes Colombianos (no se conoce con certeza su procedencia exacta). Antes de cumplir un año su madre murió y, posteriormente, su padre se casó con una mujer que tenía problemas de fertilidad y un obsesivo e insatisfecho deseo de tener una hija, deseo que, al no poder cumplirse, le ocasionó trastornos mentales y un comportamiento anómalo del cual el pequeño Camargo fue víctima. Así, su madre lo vestía de mujer frecuentemente, lo obligaba a ir de esa forma al colegio (donde todos se burlaban de él) y a veces lo castigaba atrozmente clavándole alfileres. Su padre no fue de manera alguna un refugio para Camargo: era alcohólico, violento y nada afectuoso, su mayor y casi único interés era el dinero y, como figura paterna, era muy distante, despótico y severo. Las pocas veces que trataba con su hijo solía ser para propinarle brutales palizas ayudado por el tío del niño…
Con respecto a la conducta de su madre y el daño que le ocasionó, años después Camargo nos diría lo siguiente: “A mi madrastra no le gustan los niños, pero le encantan las niñas. La prueba es que ella consentía hasta el extremo a mi hermana. Ella tiene que haber sufrido algún trauma en su niñez, que hizo que no le gustaran los niños. Cuando ella me ponía vestidos de mujer, pienso yo que lo que estaba tratando era convertirme en una mujer. Puede ser que no me odiara, puede ser que me amara, pero no me podía amar como un niño” En gran parte por ello, Camargo llegó a acumular el inmenso cúmulo de odio, resentimiento y misoginia (odio a las mujeres) que posteriormente le transformarían en un despiadado criminal.

Pese a todo, Camargo consiguió ser un estudiante destacado en el colegio León XIII de Bogotá, aunque posteriormente tuvo que dejar sus estudios y dedicar sus esfuerzos a ayudar económicamente a su familia; lo cual, según declaraciones de él mismo, habría contribuido a aumentar su amargura y resentimiento.

Ya de adulto, Camargo conoció a una mujer llamada Alcira con la que tuvo dos hijos, a la cual terminó abandonando cuando conoció a Esperanza, una chica de 28 años con la cual  se había hecho muchas ilusiones llegando incluso a desear casarse con ella; esto sería el detonante del lado criminal de Camargo, no sólo porque Esperanza no era virgen sino que, además, sin que hubiera pasado mucho tiempo en su relación la descubrió en la cama con otro hombre.
en vez de cortar definitivamente su vínculo con Esperanza, él astutamente la convenció, utilizando la culpabilidad que ella sentía por decepcionarlo, para que ésta le ayudase en su vil plan de conseguir chicas jóvenes e “inmaculadas”. Sobre eso, en declaraciones posteriores a su detención, Camargo se justificó diciendo que fue: “Por no encontrar virgen a mi prometida, con la que me iba a casar. Yo no fui capaz de dejarla, porque estaba locamente enamorado. Había momentos en que yo decía ‘Sí, yo la dejo’, pero otros no era capaz, porque realmente estaba enamorado. Esto dio por resultado que, como yo no había tenido experiencias con mujeres vírgenes, y al mismo tiempo era incapaz de dejar a, esa muchacha…, yo acepté como lo más correcto que ella me ayudara a conseguir unas chicas que estuvieran vírgenes”.

Así Esperanza, a través de engaños, llevaba chicas al apartamento de Camargo, dándoles allí cápsulas de seconal sódico para que se durmieran y Camargo pudiese desflorarlas.
Cinco fueron las violaciones (sin muerte todavía) que Camargo logró con el seconal sódico y la ayuda de Esperanza hasta que la quinta víctima, que era apenas una niña, descubrió que había sido violada mientras dormía en el departamento de Camargo e, indignada y asustada, contó lo sucedido y Camargo y su novia fueron denunciados y enviados a distintas prisiones en 1964.
Tras ser liberado, Camargo se dedicó a trabajar como vendedor ambulante de pantallas de televisión. Un día, mientras pasaba frente a una escuela, Camargo vio una jovencita de nueve años cuyo aspecto le volvió loco, le “enamoró”. Decidido a hacerla suya, la llevó con engaños a una zona poco transitada en donde le arrebató la virginidad sin tener piedad de sus lágrimas y, no contento con eso, la estranguló para evitar ser delatado y luego, sin enterrarla, la dejó junto a las pantallas de televisión que llevaba. Fue su primera violación con muerte.
El error de abandonar las pantallas, tras el miedo inicial y huída por su primer asesinato, le costaría caro; ya que, cuando al día siguiente (3 de mayo de 1974) regresó para ver los televisores que dejó y enterrar al cadáver, un agente de la policía sospechando de su comportamiento decidió seguirle e interrogarle, descubriendo finalmente el lugar donde había abandonado el cadáver de la niña. Gracias a la acción policial Camargo fue detenido en Barranquilla ese día.
Ésta vez la justicia colombiana no sería suave con Camargo. El castigo debía ser ejemplar. En efecto, se lo condenó a permanecer 25 años en la prisión de la isla Gorgona, una especie de versión colombiana de Alcatraz de la cual, hasta la fecha, ningún criminal había escapado. Díez años estuvo Camargo en esa isla volcánica de 28 kilómetros cuadrados situada en el Pacífico de Colombia, diez años en los que se entretuvo leyendo a autores del calibre de Nietzche, Freud o Dostoievsky, diez años en que también, preparándose para el gran día, leyó libros de navegación y estudió con detalle las variaciones de las corrientes en torno a la isla. El 24 de septiembre de 1969 aprovechando la festividad de la virgen de las mercedes, se escondió dentro de los matorrales de la isla burlando a las autoridades y con una pequeña balsa construida de troncos amarrados con bejucos y lianas de la selva
La isla Gorgona

La ola de terror que sacudió a Ecuador inició un 18 de diciembre de 1984 con la desaparición de una niña de nueve años en la ciudad de Quevedo, al día siguiente continuó con la desaparición de otra niña (de diez años) y luego vino desaparición tras desaparición…
Poco a poco los cadáveres de las jóvenes vírgenes fueron apareciendo con huellas de machetazos, cuchilladas, estrangulaciones y signos de violación. Aparecían desnudas, en parajes llenos de vegetación, generalmente en la vía Perimetral, en la vía Nobol y en la Avenida de Los Granados. Los forenses no podían determinar con exactitud la causa de la muerte y además se sabía que, por la zona de la provincia del Guayas en que operaba Camargo, había una banda de sádicos violadores, de modo que también resultaba difícil la labor policial para determinar al autor.
Sólo después de ser arrestado se supo que los asesinatos con violación sumaban un total de 71, y que los lugares habían abarcado Guayaquil, Quito, Ambato, Machala, Nobol, Quevedo y Ventanas y, sobre todo, que su autor había sido un enclenque cincuentón de apenas 1,65 de estatura. Sus víctimas, normalmente fueron campesinas, colegialas, escolares, universitarias, empleadas domésticas, incluso una de ellas era un experta en karate, eso tampoco la sirvió para defenderse del asesino…

En Guayaquil, Camargo sobrevivía como un indigente que cargaba bultos en un mercado público, ganando apenas un sueldo de 40 sucres diarios (algo menos de un dólar) con esto se mantenía a base de seco de chivo (una comida típica muy económica) y cola. Además tras cada asesinato vendía bolígrafos, ropa, joyas y otros objetos de sus víctimas. Aún así su situación económica era tan precaria que debía dormir en el banco de algún parque.
Siendo feo, viejo y pobre como era, Camargo no seducía a sus víctimas sino que hábilmente utilizaba su fealdad y vejez a favor de un sutil método de engaño y persuasión. Él, que casi siempre seleccionaba niñas, púberes y jovencitas de estratos sociales bajos, se acercaba con la Biblia en la mano y les decía que era extranjero, que estaba buscando al pastor George Winchester, a su fábrica e  iglesia, que debía entregarle una fuerte suma de dinero a dicho pastor y que les daría una buena cantidad de dinero si le acompañaban y le mostraban el camino. Incluso, a las que no eran niñas las engañaba diciéndoles que les podía conseguir un buen empleo en la fábrica del pastor, la cual siempre quedaba a las afueras de la ciudad… Así y aprovechando su vejez y aspecto para que nadie (incluyendo las chicas) sospeche de él, Camargo tomaba un bus con la chica y, una vez que el bus se adentraba por parajes solitarios, él les decía que por allí había que bajar.
Llegaba luego el momento crucial, para lo cual él siempre hacía que la chica caminase atrás de él y a una distancia prudencial, de modo que así ella se sintiese confiada. Entonces era cuando él, con la excusa de buscar un atajo, decía que debían adentrarse en el paraje: si la chica se rehusaba, él la dejaba ir y ella se salvaba; si la chica lo seguía, él la llevaría al lugar propicio para violarla y matarla impunemente.
Una vez adentrados en el paraje solitario (en los casos en que le seguían), él se giraba con una mano detrás a modo de quien sostiene un revólver, le decía a la chica que el pastor no existía y que él la había llevado allí para “hacer el amor” y, tras insinuarle que si no cedía usaría el revólver (lo que tenía era un cuchillo), la sometía y la violaba. “Yo optaba por la persuasión antes que por la amenaza”, dijo alguna vez Camargo con respecto a su método…
Como consideraba que la violación con muerte era un acto irrepetible y único, Camargo se esforzaba por retener todos los detalles sobre sus víctimas, memorizando siempre sus nombres y, cuando era posible tomaba objetos de su víctima para preservar un “recuerdo”, aunque muchas veces acababa vendiéndolos para sobrevivir.
Finalmente, Camargo solía darle machetazos a los cuerpos, arrancarles los órganos a veces…Todo con el fin de despistar a la Policía, de dejar la menor cantidad posible de huellas. Dijo por ello lo siguiente de sí mismo: ‹‹mataba sin dejar huellas. Siempre llevaba una camisa de más, y cuando las manos se me manchaban de sangre, las limpiaba orinando sobre ellas››
Era inteligente y culto. Las pruebas de los interrogatorios mostraron que tenía un coeficiente intelectual de 116 (el promedio es 100) y la cultura que poseía era casi imposible de encontrar en alguien que dormía en parques y cargaba bultos en el mercado. El periodista Francisco Febres Cordero (F.F.C) llegó a decir de él lo siguiente: “como todo psicópata, brillante. Tenía una respuesta para todo y podía hablar, con igual soltura, de Dios y del Diablo. Buen lector (su formación literaria parece que la adquirió en la isla prisión Gorgona), citaba a Hesse, Vargas Llosa, García Márquez, Guimaraes Rosa, Nietzche, Sthendal o Freud. Cuando lo capturaron, encontraron en el maletín de mano que portaba, junto con una prenda íntima de la última niña a quien acababa de matar y violar, “Crimen y castigo”, de Dostoievky. Además, pintaba, aunque sus cuadros tenían tonos oscuros”

Sexualmente era un trastornado marcado por una machista obsesión por la virginidad y la idea de pureza. Por eso detestaba a las prostitutas y despreciaba a las mujeres (no vírgenes) en general. Cuenta F.F.C. que Camargo nunca buscó saciar sus impulsos en prostitutas ya que: “las odiaba. Le causaban asco. Tenía pavor de las enfermedades venéreas y sus estragos. Él quería mujeres puras, vírgenes. Eso explica porque violó y mató también niñas”. También era un gran sádico, siendo así que, según confesó, él buscaba vírgenes en gran parte “porque ellas lloran”, lo cual a Camargo le proporcionaba un enorme placer a la hora del acto carnal.
Camargo era también un gran cínico y sinvergüenza que, a través de una cierta arrogancia, manifestaba el aborrecible cinismo con que de cierta manera se vanagloriaba de la oscura fama que sus crímenes le habían dado, dice por eso F.F.C.: “Durante muchos días Marco y yo intentamos hablar con Camargo. La tarea parecía imposible no solo por el cerco policial que le rodeaba sino, además, porque él exigía una fuerte suma de dinero por hablar, (un día llegó con actitud jactanciosa al despacho del psicólogo y le pidió 250.000 sucres para continuar con las consultas: como Del Castillo se negó, Camargo nunca volvió…)  pago que nos repugnaba”. O también, para comprender lo descarado que era Camargo, podemos ver estas palabras de Del Castillo, quien durante un tiempo fue psicólogo del asesino: “Era un sinvergüenza. No tuvo reparos en contarme cómo realizó sus crímenes y el lugar en donde enterró a sus víctimas. Camargo era una persona antisocial, que se jactaba de las fechorías que hacía. Era renuente a todo cambio”.
Finalmente, podemos ver cómo el cinismo de Camargo se conjuga con el sarcasmo en este fragmento de Pasajes del terror: Psicokillers, asesinos sin alma: ‹‹En una ocasión la Policía le preguntó por qué había arrancado los pulmones, riñones y corazón de una muchacha, a lo que él respondió fríamente: “Eso es mentira. Como mucho le saqué el corazón porque es el órgano del amor”››
Un 26 de febrero de 1986, minutos después de violar y asesinar a Elizabeth Telpes de 9 años de edad, una patrulla de la Interpol lo vio mostrando un comportamiento sospechoso a la altura de la avenida de Los Granados, una calle de Quito. Cuando los dos policías se bajaron para examinar al sospechoso, lo que hallaron los dejó sorprendidos: allí, en la bolsa de pertenencias de Camargo, estaban las ropas ensangrentadas de quien evidentemente había sido una pequeña e inocente niña…

Desde el principio de su encarcelamiento en la cárcel de Guayaquil Camargo tuvo que ser especialmente vigilado para evitar que los otros presos le asesinaran. Finalmente Camargo fue trasladado al Penal García Moreno, donde los primeros días compartió celda con Pedro Alonso López alias “El Monstruo de Los Andes”, otro psicópata colombiano del cual se dice que cometió más de 300 asesinatos. No obstante La Bestia de Los Manglares no duraría muchos años más encarcelado pues el 13 de Noviembre de 1994 moriría asesinado por el recluso Luis Masache Narváez de 29 años (familiar de una víctima de Camargo).
Cuentan que era un tranquilo domingo de visita cuando, estando Camargo sentado en su celda, Luis Masache entró súbita e inesperadamente, lo agarró con violencia del pelo haciéndolo arrodillarse, lo miró y le dijo: “llegó la hora de la venganza”. Acto seguido le dio ocho puñaladas. Ya muerto el violador de vírgenes, Narváez bebió cuanto pudo de su sangre (antes de que lo detuvieran) inspirado en la creencia de que así el espíritu maldito de la víctima no lo seguiría. Ese fue el fin de Daniel Camargo Barbosa, cuyos huesos yacen en la fosa 798 del cementerio El Batan.