Literatura

lunes, 12 de marzo de 2012

James Thomson: La Ciudad de la Noche Pavorosa.

La Ciudad de la Noche Pavorosa (The City of Dreadful Night) es un poema de aquel maravilloso poeta de cementerio llamado James Thomson, conocido también como James Bysshe Vanolis
Thomson (Bysshe en honor a Percy Shelley y Vanolis por Novalis).

El poema pertenece a una de las antologías más notables del
romanticismo, centrada casi exclusivamente en la poética de la
muerte: The City of Dreadful Night and Other Poems.
El poema fue publicado en 1874, se desenvuelve en una mirada brutal y pesimista sobre la sociedad. La literatura posterior reclamaría las visiones de James Thomson como las más bellas pinturas sobre la melancolía y la desesperanza.


The City of Dreadful Night; James Thomson (1834-1882)

¡Hermanos de Melancolía, oscuros, oscuros, oscuros!
¡Guerreros de la marea negra sin conjuros!
¡Oh, espectrales vagabundos de la noche impía!
Mi alma ha sangrado por ustedes en estos años sin sol,
Con la sangre amarga en lágrimas de dolor,
¡Oh, oscuridad, oscuridad, oscuridad,
Lejos de toda alegría y esplendor!

Mi corazón se enferma de angustia por ti;
Tu infortunio es mi pena,
Y allí yazgo, cobarde, en tu muerte eterna.
He buscado en las alturas y en los abismos
El alcance de todo nuestro universo,
Con desesperada esperanza,
Para encontrar consuelo a tu inquietud salvaje.

Y ahora os traigo la última palabra auténtica,
Atestiguada por cada ser vivo y muerto;
Buenas nuevas de gran alegría para ti, para todos:
No hay ningún Dios, ningún demonio en el cielo
Conjura nuestras torturas al descansar,
Nada se sacia en la hiel de nuestro desconsuelo.

Es a la oscura ilusión de un sueño,
Aquel ser consciente y supremo;
A quien debemos maldecir
Por maldecirnos con la vida;
A quien debemos aborrecer
Por aborrecernos con la vida,
Que jamás concluye en la tumba serena,
Que no cesa con el veneno o el cuchillo.

Es esta pequeña vida todo lo que nos queda,
La sagrada paz de la tumba siempre nos espera,
Nos dormimos y jamás despertaremos,
Nada nos pertenece, sólo la carne que se corrompe,
Aunque sus elementos se disuelvan y permanecen
En la tierra, el aire, las aguas, y otros hombres.

James Thomson (1834-1882)



No hay comentarios:

Publicar un comentario