Literatura

sábado, 14 de abril de 2012

Robert Thompson y Jon Venables: "Los Niños Asesinos de Liverpool"



















Robert Thompson y Jon Venables tenían diez años de edad y un historial problemático en la escuela. Provenían además de familias disfuncionales. Eran chicos que siempre reprobaban en el colegio, con dramas de alcoholismo, violencia familiar y divorcios en sus casas. Robert Thompson era un niño que había aprendido a desconectarse emocionalmente por los traumas que había sufrido desde pequeño, sobre todo el abandono de su padre.


EL ASESINATO


La imágenes de las cámaras de seguridad del centro comercial New Strand, captadas el 12 de febrero de 1993, mostraban a Thompson y a Venables observando niños de manera distraída aparentemente buscando un objetivo. Los chicos se habían ausentado de la escuela, actitud que era habitual en ellos. Durante ese día Thompson y Venables fueron vistos robando varios objetos como caramelos, un muñeco Troll, unas pilas y un bote de pintura azul para maquetas. Más tarde uno de los chicos reveló que su intención era secuestrar a un niño, llevarlo a la calle ubicada a un costado del centro comercial y empujarlo hacia los automóviles en movimiento para causar un accidente.



Jon Venables y Robert Thompson al acecho, momentos antes del secuestro



Esa misma tarde secuestraron a James Bulger de 2 años 
de edad estaba en la puerta de la tienda mientras su madre compraba cuando fue interceptado por Thompson y Venables. Éstos se le acercaron, le hablaron y se lo llevaron de la mano hacia las afueras del recinto para asesinarlo. Esta escena fue captada por las cámaras de vigilancia.



el instante del secuestro


Las últimas horas de James Bulger consistieron en una larga y terrorífica caminata desde el Centro Comercial hasta un descampado junto a una vía férrea, cerca de un río Robert Thompson y Jon Venables no mostraron piedad alguna. En el trayecto, treinta y ocho testigos los vieron pasar. Fueron cuatro kilómetros de marcha agotadora, durante los cuales James Bulger lloró casi ininterrumpidamente. Varios testigos recordaban a James lloroso y con magulladuras en la cara,. lo dejaron caer de cabeza, causándole heridas en el rostro Bulger tenía un chichón en su frente y estaba llorando los tres llegaron a una vía férrea cerca de la abandonada estación de Walton & Anfield, tras alejarse de la comisaría de Walton Lane, donde comenzaron a torturarle.


James Bulger, la víctima






En ese lugar uno de los chicos lanzó pintura azul para maquetas que habían robado previamente en el ojo izquierdo de BulgerLe dieron patadas Thompson le dio una tan fuerte en la cara que le dejó la huella marcada en la piel, lo golpearon y le tiraron ladrillos y piedras. Le introdujeron pilas en la boca. Le rompieron las manos y los dedos pisoteándoselos. De allí le quitaron los pantalones y los pañales y lo torturaron con baterías eléctricas. Se pararon luego sobre el niño y le brincaron encima de su estómago y pecho. Después lo patearon en el vientre hasta reventarlo Finalmente le arrojaron una barra de 10 kg, identificada en el juicio como una eclisa que le provocó 10 fracturas craneales. Alan William, el patólogo del caso, indicó que Bulger sufrió tantas heridas que ninguna podría ser identificada como el golpe letal.

Antes de marcharse del lugar donde lo torturaron, los chicos dejaron a Bulger acostado en el rail y taparon su cabeza con escombros con la esperanza de que un tren lo golpeara e hiciera que su muerte pareciese un accidente. Una vez que los muchachos se fueron del lugar, el cuerpo fue seccionado en dos por un tren. Los restos de Bulger fueron hallados dos días después, el 14 de febrero. Un patólogo forense testificó que el niño había fallecido antes de ser arrollado por el tren.



El secuestro desató una cacería humana sin precedentes: Scotland Yard movilizó a cientos de agentes por toda Gran Bretaña. El cadáver del niño fue hallado el 16 de febrero, tras cuatro días de búsqueda nacional: el tren lo había cortado en dos.


Los investigadores examinaron las cintas de los videos de seguridad una y otra vez antes de darse cuenta de lo que había ocurrido en realidad y lo que observaron los dejó atónitos: James había sido sacado por otros dos niños. Al principio se pensó que se trataba de dos chicos enviados por el verdadero secuestrador, pero la realidad de lo ocurrido horrorizó a la opinión pública.


Escenarios del crimen





En el juicio, los niños asesinos nunca tuvieron la menor oportunidad de defenderse: la prensa y la opinión pública siempre los trató como adultos. Jon Venables aprendió a desconectarse de lo que se decía en la sala, para concentrarse en sus zapatos o en jugar con las manos. El juicio se convirtió en un acto de histeria colectiva donde la gran perdedora fue la infancia británica.


Venables y Thompson jamás fueron vistos como si fueran niños durante el juicio pero los demás chicos británicos perdieron su libertad, su derecho a hacer mandados, a jugar a la pelota en su barrio con sus amigos o simplemente andar en bicicleta en la vereda, su derecho a la infancia. La filosofía de que los niños no estaban seguros en ninguna parte se impuso. No se podía dejar a los hijos con nadie a cargo: miles de mujeres abandonaron sus empleos para ocuparse solamente de sus chicos ante el síndrome y el miedo al secuestro. Nada volvió a ser como antes.


el hallazgo del cadaver




En 2001, una comisión independiente dirigida por el Ministerio del Interior decidió, tras cuatro días de debate, que los dos muchachos estaban rehabilitados. El Ministro del Interior, David Blunkett, comunicó la decisión de la Comisión, presidida por un juez de la Alta Corte, con una respuesta escrita a una interrogación parlamentaria. Subrayó que "nadie podrá jamás olvidar el caso de James y el dolor de su familia. El asesinato del niño James Bulger fue un suceso terrible para su familia y para toda la nación, pero no sería de interés público perseguir a los responsables ahora que la junta de libertad bajo palabra ha decidido que ya no es necesario para la seguridad del público que estén confinados", afirmó.


Denise y Ralph Bulger, los padres del pequeño James
Pero en Gran Bretaña, donde nadie pudo olvidar la historia de la sádica ejecución del pequeño James Bulger, la noticia provocó furia. La ferocidad de la acción de los niños homicidas asombró al mundo. Cuando se enteraron de la decisión de liberarlos, la madre y el padre del pequeño James, ya divorciados, se dijeron "profundamente doloridos y conmocionados" por la decisión. "Estoy disgustada, tanto por el Gobierno como por la Comisión", subrayó la madre, Denise. "La vida de mi hijo fue robada de una manera inimaginable. Ahora tengo miedo. No me atrevo a mandar a mi hijo a la escuela. ¿Quién me puede asegurar que estos dos no estén al acecho?", se preguntó.


Por eso, la justicia estimó que los asesinos no podían pisar la calle con su verdadera identidad. Como espías, fueron entonces instruidos en el arte del engaño. Los más astutos cerebros del Ministerio de Interior se afanaron en darles nombres y apellidos falsos, un pasado falso, una historia falsa. Así lo ordenó la jueza Elisabeth Butler-Sloss, quien aseguró: “Existe la posibilidad real de que encuentren la muerte a manos de miembros de la familia Bulger o de individuos vengativos”. Esto a raíz de la amenaza lanzada por el padre de James, Ralph Bulger: “No pararé hasta dar con ellos”. Nadie, excepto un círculo pequeño, sabe qué caras tienen en este momento. Ni siquiera si son gordos o flacos, altos o bajos. El fallo judicial prohíbe que se difunda cualquier detalle sobre ellos.


Venables y Thompson recibieron una nueva identidad y una casa segura: una operación que le costó al gobierno británico más de cuatro millones de euros. La justicia británica ordenó que las nuevas identidades de los asesinos nunca sean publicadas. No podrán estar en contacto entre sí, ni con la familia de su víctima, y tienen prohibido acercarse a Meyerside, su localidad natal y donde cometieron el crimen.


Pero los especialistas descreen de la posibilidad de una "nueva vida" para los asesinos. Sostienen que la avidez de los medios y el repudio de la sociedad harán que tarde o temprano se los encuentre. Poco después de su reubicación, salieron a la circulación dos versiones con supuestas fotografías recientes de Robert Thompson, lo que desató en el gobierno el temor de que su identidad pueda llegar a conocerse.


¿Dónde comenzaron su nueva vida? En un primer momento, las autoridades pensaron trasladarlos al extranjero. Australia, Canadá, Nueva Zelanda... pero estos países se negaron a recibir a los famosos asesinos. Además, fuera del Reino Unido, era mucho más difícil monitorear a los jóvenes criminales. Porque aún en libertad, la policía decidió seguirlos de cerca para asegurarse de que su proceso de rehabilitación no se tuerza, pero también para protegerlos del peligro de que alguien averigüe su identidad y decida hacer justicia por mano propia. Todas las habitaciones de las casas de Thompson y Venables cuentan con alarmas conectadas con la policía, que acudirá ante cualquier emergencia.

Para evitar riesgos, los miembros del Ministerio del Interior británico procuran que su nueva historia familiar sea lo más parecida posible a la auténtica. ¿Cómo saldrán del paso si, después de decir que han estudiado en tal o cual colegio, alguien les dice que no los recuerda? La idea preocupa a los asesinos. Susan, la madre de Jon Venables, fue una de las primeras en ensayar la "vida de mentira". Por seguridad, adoptó un nombre falso y dejó atrás Merseyside, donde era conocida como “la madre del monstruo”. La madre de Robert Thompson, Ann, quien tiene otros siete hijos, también cambió de nombre y se mudó varias veces para evitar la ira de los vecinos.


“Cada minuto que pase, deberán vigilar sus espaldas. Aunque se vayan a vivir en el fin del mundo, nunca podrán estar tranquilos”, declaró. También ha predicho que algún día alguien los matará y que ella apoyará a sus asesinos en caso de que se celebre un juicio", declaró Denise Bulger. En una entrevista que publicó el Daily Mail, Denise (ahora apellidada Fergus) comenta: “No hablo de la pena de muerte, pero creo que van a morir porque hay personas que van a matarlos”. La madre de James Bulger, que se declara todavía “llena de odio, ira y miedo” años después de la muerte de su hijo, cree que Jon Venables y Robert Thompson acabarán por ser encontrados a pesar de la nueva identidad de la que disponen y de la protección de su anonimato. “Y si alguien los mata, yo estaré a su lado en el tribunal para decir: ‘El responsable es el Gobierno porque sólo apoya a los asesinos’. Un día, una pistola apuntará hacia ellos, aunque no sea yo quien la sostenga”. Ya no son Jon Venables y Robert Thompson, pero, en el fondo, siguen siendo y serán por siempre los asesinos de James Bulger.







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